AGRUPACIÓN DE MUJERES

Desde la puesta en marcha de las actividades de nuestra catedral, allá por los principios del siglo XX, varias mujeres comenzaron a reunirse paralelamente a sus esposos, e hijos, mientras éstos participaban en diferentes actividades de la Iglesia.

Tradicionalmente, ellas se habían ocupado de visitar a los enfermos de la parroquia, y ayudar a algunas personas con dificultad.

Estas señoras, pidieron al obispo les cediera una sala en el edificio episcopal, para reunirse, charlar, hacer manualidades, costura….

La estancia conseguida, desde entonces vino a llamarse la sala de las mujeres.

 Los tiempos fueron cambiando y estas mujeres fueron enseñando a sus hijas, nietas, amigas, una manera más amplia de entender el cristianismo, añadiendo valores desde diversos enfoques, entre otros, la solidaridad, la ayuda a los demás, la emancipación de la mujer, o el voto femenino.

La posterior pérdida de derechos inherente a toda dictadura, marcó la evolución del grupo de estas señoras, algunas madres,hermanas, hijas y esposas tanto de obispos como presbíteros de la catedral, que era un punto de encuentro para todas.

La solidaridad en los tiempos difíciles, la unión que se generó como respuesta a la intransigencia de la época, les dio fuerza, y con la ayuda de Dios, continuaron su labor unidas.

Con la apertura propia de la democracia, nuevamente se activó el grupo, creando equipos organizados, tanto para las clásicas sesiones de manualidades,

para propiciar durante todo el año la creación de bazares y tómbolas destinados a la recaudación de  fondos para la iglesia.

Así mismo, crearon una plataforma para estudiar doctrina y estudios de la biblia, constituyéndose como asociación con estatutos propios como tal.

En la actualidad, la agrupación de mujeres realiza una labor social de reivindicación de los derechos sociales de la mujer, violencia de género, maltrato, solidarizándose con todo tipo de causas a ese respecto.

También hay un grupo de mujeres que acuden a reuniones cuya finalidad es profundizar en los estudios bíblicos.

Todo ello, claro está, sin menoscabo de la organización de las recolectas de recursos económicos y materiales tendentes a subvenir las necesidades de las parroquias más desfavorecidas, tanto de nuestro país como las del llamado Tercer Mundo.

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